lunes, 22 de febrero de 2016

ROMANCE en el BOSQUE

Un  lobo   cansado,  con  garras y dientes urgidos de carne , que  ya no caza, por el bosque va.  Hace tiempo   que  los gemidos  de sus víctimas  y  la sangre  grumosa por el pánico   ya no le  apetecían.  Hacía tiempo que  cazaba  solo por instinto.  Pero él sabía  que no  era puro instinto.  ‘’Los hombres  piensas  que somos animales,  que  bestias…’’, solía pensar aquel lobo…’’ que no pensamos , que no sabemos, cuando en realidad los que no saben son ellos’’… seguía   meditando aquel  lobo  tan poco animal  como  poco  humanos  eran algunos hombres  que no pensaban .  Que eran solo instinto puro.  Fatal  e imperdonable instinto.
SU último  banquete vivo, databa ya de  muchos  meses atrás.  Solo restos de otras cacerías  o  algún afortunado hallazgo  en  cabañas  mal cerradas, lo convertían  más en perro  que en lobo.
El bosque y sus competidores, perros  salvajes,  algún puma. O los  detestables cazadores constituían  su cotidiano  existir. 
Una   gata montesa, bella  y  recelosa.  Ojos  de  ónix  boca de terciopelo, lengua  áspera y  hábil, para limpiar y  saborear. Parada  inmóvil como una estatua egipcia, esperaba un descuido  de  aquella  bandada  de  cacatúas   ruidosas  pero muy  apetitosas  ( era su  plato preferido), hasta los huesitos se comía.  Luego  de  un  largo rato,  fue  como un  suspiro.  La   más  opulenta de las cacatúas cayo entre sus finas  y  asesinas  garras.  Cuando toco el suelo   ya  estaba  lista  para el banquete.   Hacía  ya mucho  que  no había  gatos  ni nada parecido, en esa parte del bosque.  Solo  unos  pumas errantes que bajaban de los montes  y algún  leopardo    solitario  eran los felinos  que  habitaban el fondo de aquella espesura.
Sola ,condenada  a su  solitario peregrinar por el  bosque ,solo  se permite  maullidos  graves e infinitos, cuando la luna llena  le recuerda  el color  de su soledad.
Aquella  noche,  el lobo  se alistaba  a cobrar una presa  imposible de resistir. Sin fuerzas ni voluntad  de vida,  una cierva  se entregaba a su destino,  ya  aceptando  lo inaceptable. No pelear  por su vida  o su destino.
El lobo montaba guardia  resistiendo su naturaleza, sin poder alejarse.  Como si una fuerza  mas allá de su  conciencia  no animal, se  impusiera, estableciera  el   destino  no buscado. El de  tomar la vida de la más débil, simple ley natural. El fuerte  sobrevive y el débil  contribuye  con su  ser y su  carne  a tal  destino.
Una   manada  nómade  de lobos de otros bosques,  paso por  aquel  sendero.  Olieron  el aliento resignado y  claudicante de  aquella  cervatilla.  La rodearon, la acecharon , hasta que  el  más  viejo  quizás el  macho alfa de tal manada,  tomo la iniciativa  y  se dirigió  a  tomar  su presa.
A  dos  pasos  de la mirada  sin  pasión ni rebeldía  de  la  víctima. Un gruñido  bajo  y  grave, casi inaudible, paró  al  macho alfa  en seco.  Antes de  dar un paso, movió sus  orejas buscando la  dirección  y la distancia de aquel gruñido.  Cuando  ,decidía que no  había peligro  y  su mano  daba el último paso antes del salto a la  garganta  tibia y peluda  de  aquella  víctima,  de entre las sombras , acompañando a aquel   gruñido  el  lobo solitario  y  cansado avanzó.
Se miraron por un instante y estuvo todo  dicho… el macho alfa   dejo de lado  su  objetivo  y  mostrando unos colmillos  de un amarillo  salvaje  y unos ojos  acerados  y letales  dio frente  al solitario  que  casi a un metro suyo  ya estaba.
En unos segundos,  borbotones de piel, pelo y sangre   se  mezclaban con   la  arenilla de  aquel  sendero,  donde  los   victimarios   en   rivales  mortales  convertidos  se  herían,  arrancando piel y carne  a dentelladas .  Luego  de unos segundos  de  tumultuoso caos  y aullidos a coro del resto de la manada, el macho alfa decidió que no valía   tanta sangre  ni  energía  el  banquete  encontrado y  en   una retirada  digna  y  ruidosa   se  perdió en la noche con su manada.
Quedo el lobo solitario,  aun hambriento  y ahora desfalleciente,  herido ,sangrante  y  sin  instinto asesino…parado  frente  a  la  víctima.  Lo miraba extrañada,  en el fondo de esos  ojos  vidriosos  se   fundían  el miedo, el desconcierto y  la  gratitud.  Inmóvil   solo atino  a  rendirse  a los pies de aquel lobo  y  dejó escapar su último aliento, esperando  el  ataque final...
El lobo, lejos de cobrar su víctima. Como renunciando  a sus más vitales   necesidades y  sus más  reconocidos  designios,  camino  por el sendero  dejando atrás el banquete de  aquella  hembra, quesería pronto  carne  para los lobos  que sin duda  no se habían  alejado demasiado.
El lobo  herido  y confundido  por  su decisión tan  poco  animal, tan humana  de   pelear por la vida  y  de  perdonarla  luego  ,  volvió  a  la  protección del  bosque espeso  y  oscuro.  Ya sin fuerza  por  la batalla ganada  sin sentido  y  por su falta de comida,  descubrió que su voluntad   ya lo abandonaba  como  huyen  los náufragos del barco que se hunde. Nadando  rápido y vigorosamente  para evitar ser  arrastrados en el naufragio.
Cerró los ojos  y  se entrego  a  su  sueño  o su muerte  sin saberlo  acepto  sereno.
De apoco  fue  despertando.  La tibieza de  su  lengua y  lo placentero  de  sus  caricias,  terminaron por despertarlo.  La gata lamía sus heridas. Con  riguroso cuidado, atenta  a cualquier  gesto  asesino de   ‘’  su paciente’’.  En  rara  e inexplicable  comunión, el lobo acepto los cuidados y la gata decidió  atenderlo.  Sus miradas  sin   sonidos se cruzaron durante  la sesión de enfermería.  Las heridas  ya no se infectarían. El poder  antiséptico de  la saliva  de la gata eran  aun más poderosas de lo  corriente. El cuerpo  tibio y peludo  de felina  gracia, se  acurruco  contra  el cuerpo de pelo  hirsuto  y  sucio  de aquel lobo.  Asi pasaron la noche  entibiándose mutuamente.
El lobo herido y  sin energía  difícilmente hubiera  pasado la noche entera  solo, sin  caer en una debilidad extrema  casi  definitiva.  AL amanecer  se sintió vivo,  hambriento  pero vivo.  AL  abrir sus ojos   vio su desayuno  servido  justo  a su lado.  Aun enroscado en un  latente ovillo de  pelo y musculo  dormía su enfermera  que  con toda  certeza  calmaría  su apetito en 3 bocados.
Con un toque  suave de su hocico, como caricia matinal, confirmo  que dormía.  Y se quedo quieto  cuidando   que su sueño  continuase  sereno   y sin  apuro.
A los pocos minutos, la gata despertó  con  felinos   bostezos  y elásticos  estiramientos de sus miembros.  Saco  y  metió   varias veces sus delicadas garras, comprobando que estaban listas para cualquier   pajarillo distraído que a su alcance estuviera  y con una  femenina y seductora gracia acaricio al lobo con su cola.
Fue la señal,  para que ambos  dos, se incorporasen   y caminando lento  se alejaron por aquel sendero.  Jamás  se ha vuelto  a  ver una pareja tal.  Una pareja  tan  poco pareja.   Juran algunas  viejas  lechuzas  que todo lo ven  desde sus  ramas.  Que  andan todavía  por el bosque  aullando  bajo el, maullando  seductora ella.   Confirmando  aquello  de que no hacen falta  ni los pelajes ni las  razones, solo  es necesario  la magia del encuentro entre dos animales, para que  de ellos  hablen las lechuzas.


J.Z.  Julio  2014

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