martes, 6 de agosto de 2024

 

De  APARICIONES  y  COMIENZOS

Caminaba   sin rumbo ni  apuro.  Un  pie  detrás del otro  en una sincronía involuntaria. Parecía tan lejana la sensación  de  plenitud  y  optimismo.  Los días de  infinitos  proyectos  e inacabables planes   por  parir.  Ahora la  realidad  finalmente  hacia  su  entrada  en su  conciencia.  Dicen  que  la realidad  tiene  muchas interpretaciones, lo  que no tiene  es  otra opción  que  la  de imponerse sin  clemencia ni piedad, sin  enconos ni rencores simplemente   se  impone, sobre  las múltiples  lecturas que de ella se pretendan realizar.

En cada  paso  ‘’su realidad’’ se  caía a pedazos,  desmembrada, desahuciada, solitaria…y daba lugar  a  LA REALIDAD, la  simple y llana REALIDAD. Sin  poder  dejar de sentir un dolor lacerante y  profundo, decidió que  seguiría  adelante. Sin  amor,   todo proyecto tiene su fin  asegurado.  Puede ser antes  o después. Puede  ser  en unos  días ,  meses quizás hasta  años…pero el final es  la única certeza que debería  tener quien  emprende un camino sin el  mágico  elemento.

 

Había  construido  en un comienzo  con  esmero, casi  sin  dejar lugar  en su conciencia  para el fracaso.  A cada  paso, recogiendo detalles,  rescatando  señales. ‘’Que lástima,  eso no debería ser así….’’  o   ‘’caramba ,…yo no hubiera dicho  eso……’’.Así como los rescataba o los  levantaba del camino ,los arrojaba lejos, aventando sus dudas con  ‘’su realidad’’ construida con   esmero  y  estéril esfuerzo. Cada   día  una nueva  ilusión inconsciente. Cada día arrojando  lejos las  dudas, las mínimas desilusiones. Vinieron   las  alegrías  y  por brevísimos instantes toco  acaso el cielo con sus manos.  Los miedos  oscuros  tenebrosos, se hicieron presentes. Pero con energía y  constancia  los apartó del camino. No  los  eliminó, ni  los hizo  desaparecer. Los apartó  y se habituó a  saber  que seguían, como mastines a su presa, sus pasos   a  la distancia. En realidad  esos  diabólicos  cancerberos,  lo acompañaban y lo acompañarían  de eso  no tenía duda. Sembrados  con  insistencia en su  alma  desde siempre  ya no   imaginaba la posibilidad de vivir sin ellos. 

 

A medida que fue  transcurriendo el tiempo,   esa construcción  artesanal  de ‘’ su realidad’’,  lo fue  desarmando, le fue quitando  poder  y  energía. Esa  construcción era su propia obra. Es decir, sin darse cuenta  de  lo que hacía,  de  a poco se  fue vaciando de contenidos. Se fue auto eliminando de su futuro. Cuando LA REALIDAD comenzó  a golpear  la   puerta, al principio, sutilmente, luego  en forma más imperativa, ya  era tarde. Su  debilidad extrema, su vacio era tal, que no tenía con que enfrentar el impacto. Cuando  la puerta se abrió de un golpe, fue  un  vendaval.  El viento  frio  y acerado  era  a la vez  puro  y vivificante.  Atrás  quedaron  los  logros,  los esfuerzos ciclópeos   inapreciables  por   ajenos pero  inolvidables o imposibles de ignorar  por  él.  El profundo  esfuerzo que le demandaron cada uno de sus logros, paradójicamente  además de  ser  pasos  de  crecimiento  personal fueron indicadores  íntimos  de sus limitaciones, de  sus  propias debilidades.

Ahora,  conmovido, aturdido, perdido  en absoluto estado  de  confusión.  Ya ni  las certezas, escasas,  pero certezas  al fin, eran  tan ciertas.  Dejaría  todo   atrás,  todo  absolutamente todo, buscando la  magia  de un lienzo virgen. La  verde  esperanza  de  una  hoja  vacía. Probablemente  esa   opción,  lo liberaría  de muchos de sus  antiguos mastines,  dejarían de seguir sus huellas. Ya que  de  nada valdría seguir  a un hombre  sin desafíos  por delante. Sin compromisos  a los que responder. Sería  solo  un hombre caminando rumbo  a la nada.  Quizás  en  ese caminar sin presiones, encontraría  algo de fuerza  y energía. Podría  redescubrir  en él  su  sentido, su vigor, su trascendencia. Pero  no.  Aún  en su  más  profundo abismo, no  se permitiría esa  opción. No podría  abandonar todo,  dejar  todo  al costado del camino.  Solo si la vida  lo  abandonara, el dejaría  TODO  atrás.

 

Debía  encontrar  la forma  para poder  pintar un lienzo  virgen.  Llenar   de  verbos, sustantivos y adjetivos  hojas  en blanco. Capturar  la  esperanza  emparentada  con  la realidad.  Combinación alquímica de  inevitable poder.  Debía encontrar  la forma… Caminaba  de  a un paso a la vez.  Un  pie detrás del otro. Una  huella    siguiendo  la dirección  de  la  huella  previa.  

Cada instante  sería  una  novedad, se dejaría sorprender  por el azar…Dejaría  que  el  caprichoso   destino  decidiera por él. Le parecía  un idioma  ilegible, una sucesión  de  sonidos  jamás oído, cuando repetía en voz alta….``yo puedo  con mi destino, no el conmigo’’… pero  esa no era  un frase  que  diría  el, con convicción, al menos no en este día..….Encontraría  la  forma, aunque se sentía tan débil, tan vacio, que no podía imaginar cómo….Quiso  gritar,  abrió su boca,  sus  pulmones  liberaron todo el aire,  pero ni un sonido broto  de  sus labios. Sus  ojos  inundados  de lágrimas secas, solo miraban su alma cuando se quedó dormido. 

El cielo  nublado, presagiaba  lluvia, el viento helado del sur, aseguraba  frio. ``Nada nuevo en este  día, frio y lluvia…’’pensó  casi  resignado.  Se levanto  y en pocos minutos  cumplió  con la rutina:  un café  caliente,  fuerte  y áspero. Algunas galletas húmedas  con manteca y dulce. Una rápida ducha de agua tibia. Una  prolija afeitada, unas gotas de colonia  Paco Rabanne. En pocos minutos sentado en una destartalada camioneta casi humana que respondía a sus mandos casi con tierna obediencia. Le pidió  que pusiera en marcha  el motor, antes de girar la llave azuzándola  con cariño, como si ella  pudiera entenderlo. Al girar la llave, la  maquina titubeante echo a andar, había entendido.  La ruta brillaba acerada  con  los rayos furtivos de  un sol que se asomaba  curioso entre nubarrones que huían  en  bandada. Un fuerte viento  sur, traía más frio y también  sol y cielo celeste. Manejo  con suficiencia y respirando hondo, pensó: ``va a ser un día esplendido’’.

 

Al doblar  en una curva  ciega, su sorpresa fue  mayúscula. Una  mujer de impecable   traje  azul  marino, pantalón ajustado al cuerpo, chaqueta de corte masculino pero ceñido el talle  y doradas charreteras, botas  negras hasta la rodilla  y un casco blanco bajo su hombro, le  hizo  la seña que detuviera su marcha. No fue un gesto ampuloso ni  imperativo, sin embargo de esa  mujer emanaba una autoridad  imposible de ignorar. –Gracias, necesito su ayuda. Mientras hablaba, el miraba al costado de camino la poderosa  moto Harley  caída. – Perseguía  a un  par  de malditos asesinos, me dispararon y le dieron a  la rueda  delantera perdí el control, necesito  ir  a  la  central de policía  del pueblo de inmediato. No dudó ni un instante, le abrió la puerta  y le dijo - Suba,  la  llevo.  No  se detuvo  a pensar  ni un instante que podría decirle que no  la llevaría.  Eso   quizás  le  salvó la vida.  Sabía   donde  quedaba   la  central de policía así que manejó  sin esperar  indicaciones  de  la mujer policía.  Al cabo de unos minutos  en silencio, para romper  el tenso ambiente que se había generado le preguntó: 

-Fuma  usted ?  Muero  por un cigarrillo, pero  he dejado el vicio..

-Mal hecho. Bastante  cuesta  desarrollarlos, para dejarlos  así como así…le  sonrió con picardía. Tengo  solo  uno, pero  ya  no fumaré … y  le alcanzó  el paquete  con  un encendedor  en  el  envoltorio  del  paquete.

-Gracias. Prendió el cigarrillo  y  pudo  sentir  ese  indescriptible placer de  todo fumador, con el  primero del  día. 

Luego  de  un instante, el silencio  volvió a incomodarlo.

 -Agente, se hizo  usted  daño, no  la  veo  lastimada pero el golpe debe haber sido grande. 

La mujer  se disponía  a contestar cuando  justo  después de una curva, volvió a ver  la moto caída  a la vera del camino. Su sorpresa  no tuvo fin, no podía ser real. No escuchó lo que la mujer le dijo, solo podía con esfuerzo  tratar de mantener la calma y simular  que no había visto  lo que había visto. La ruta era un camino recto  sin cruces ni desvíos, como era posible que después de manejar por un largo rato, volviese al mismo lugar. No tenía sentido. La mujer  lo  miraba  con una mirada entre cómplice  y  serena.  A  los  pocos metros, la mujer  le dijo: ``Siga conduciendo, no se detenga’’. No comprendía  lo que le decía y cuando le iba a preguntar a que se refería  casi pierde  el control de la camioneta. Metros  más adelante al costado de la ruta, se podía ver una camioneta  blanca  con sus cuatro ruedas  mirando al cielo   una columna de humo  elevándose al cielo y  unas  lenguas de fuego asomándose  impiadosas por las ventanillas. Casi pudo sentir el olor a carne quemada. Se podía ver una ambulancia, varios paramédicos  colocando la camilla con un bulto en  la  misma.   – El cinturón de seguridad estaba  trabado, no pudo  zafar del fuego, tuvo la peor de las muertes. –Como  sabe usted  eso!  le gritó, casi  histérico. - Se muchas cosas, que  quizás  no le convenga  saber, pero creo  que acá me bajo yo, después de esta curva.  Dobló en la curva  y ante la infinita sorpresa del hombre, la moto  Harley, blanca impecable, estaba erguida  de  pie al costado del camino. En el mismo sitio donde  la  levantara  unos pocos minutos antes.   El hombre solo atinó  a  frenar la camioneta  y mirar  a la extraña a  los ojos. La misma  mirada complaciente y profunda en sus ojos, ni una palabra más, salvo un ‘’Gracias…’’que  le  dejó al bajarse. Se quedó parada al lado de su moto, como esperando que se  fuera  y el no  espero  nada,  solo  puso primera  y se fue. A los pocos metros una  manada  de  carpinchos cruzaba en desbandada  la ruta.  Si no hubiera  estado  a  tanta distancia,  lo hubieran sorprendido, ``aparecieron de la nada’’, pensó con un escalofrío.  Continuó su marcha, pleno de  pánico por el episodio. Miraba  cada dos minutos por el espejo retrovisor, esperando ver de un instante a otro a  la misteriosa mujer. No alcanzaba a definir si era un aire demoniaco  o  divino el de esa  dama.  Pero solo esperaba no verla  aparecer en los espejos…




A los tumbos, por el camino de tierra, saltando por los huellones. No bajó la velocidad, quería llegar cuanto antes. 

Al   llegar  a  su  antiguo hogar,  que abandonó  a  los pocos días de  la  desaparición  misteriosa  de  su  mujer, para mudarse al  pueblo, detuvo el auto en  el porton, a unos metros  de  la casa.  Durante años, cada vez que entraba  a  su casa  o se aproximaba  a  ella, sentía  la tibieza  de  estar  acercándose  a  su  mundo, sin embargo en esta oportunidad  tuvo  una contundente  oleada de vacío  y  desesperación.  Una  nueva  y revulsiva sensación, provocada  por  todo  lo  perdido,  lo inundó. Esa percepción lo tenia  aturdido, cuando estaciono la camioneta blanca en  el  estacionamiento   y al tratar de  destrabar el cinturón de seguridad, no pudo hacerlo. Estaba trabado,  forcejeo  por unos minutos, ‘’cinturón de mierda’’ pensó, y comenzó  a  preocuparse, siguió  intentando  por largos  minutos. Hacía frio y haría aun más frío  en un par de horas, no había nadie cerca  para  ayudarle, en  esa  finca  el  era  el  único  empleado. El celular había caído debajo del asiento lejos de su alcance. Comenzaba a sentir una sensación  de ahogo  leve  pero que  lo llevaba  suavemente  a  un pánico creciente. ‘’Me encontrarán  atado y bien muerto dentro de unos días, pensó con ironía. Cuando  ya la  ira se mezclaba  con el miedo,  finalmente como si solo hubiese sido  un gesto posesivo de aquella camioneta ‘’casi humana’’, el cinturón  cedió  su abrazo. Se bajó nervioso, perturbado, caminó  sin tener  conciencia de sus pasos.   Abrió la puerta, sabiendo que no  la abriría   otra vez. Parada   frente   a la puerta erguida  como   una  enorme ave  de rapiña, vigilante  esperando  el momento  de  lanzarse en un vuelo atroz  hacia su presa. Sus ojos  fríos clavados  en los suyos, una espectral presencia, era  su   esposa, recientemente desaparecida.

–Te esperaba, le arrojó en un tono helado. Ya  no  hay  que  seguir  con esto, agrego  sin poner  ninguna emoción en sus palabras. Como ocultando  su sentir o acaso ya no había nada   que ocultar. No se oculta lo que no se tiene.

 –No  deberías esperarme, ya no hay porque, no te seguiré… y  casi   aterrado  abrió la puerta y entro.

Las palabras dichas con resignación provocaron una indescriptible reacción  en  ella.  Sintió el acero de su mirada, el frio helado de su aliento. Las manos grises, sin vida  se estiraron hacia él.  Sintió su piel desgarrarse, sin  que  una gota  de sangre  lo salpicara.  No pudo  hacer otra cosa que arrojarse  hacia atrás, como un vano intento de  salvarse, quería vivir.  De pronto quería vivir.  Las dudas, los miedos corrieron el telón  y la luz de su ansia vital iluminó su alma. Se arrastro   en un cuarto súbitamente en tinieblas. Un espantoso  aliento   cadavérico  inundo  sus  sentidos.  El amohosado  hedor  de  su cuerpo  inundaba  el ambiente.  Desesperado  busco a tientas  la puerta, estaba a solo un par de metros. Sin embargo  por más que  se arrastraba  hacia donde estaba  la maldita  puerta  esta parecía haberse perdido en la negrura.  Había estado sumido en un infierno,  desde la partida de ella.  Misteriosa, sin explicación. La culpa que sintió por no haberse sentido desolado por su desaparición.  El remordimiento  por  haber imaginado una vida  sin ella, antes que ocurriese su  desaparición, le hizo sentirse  culpable. Tan culpable se sintió que en el marasmo de  sus  pesadillas, comenzó a pensar que  había sido el culpable  de alguna extraña manera  de aquella misteriosa partida. Pero ahora, peleaba  por  su vida o al menos  eso  sentía que hacía. Mientras se arrastraba  ya no sabía hacia  donde. Perdido por completo el sentido de la orientación. Sintió   la garra  huesuda y poderosa en  su pierna.  Lo arrastraba  hacía atrás…

 -No  quería  que vivieras ni un día más,  no quería ,chilló  ella   ya  sin ningún vestigio   de  aquella voz  tenue y cálida que alguna vez lo sedujo sin clemencia. El  maldito   sicario, confundió su víctima!!! gritó la desalmada  aparición . 

- Que culpa  tengo  yo ?, contestó suplicante y aterrado. Ahora entendía, algo  del terrible desenlace. 

 El cuerpo no había aparecido,  el hombre era asesino, aplicado.  Torpe e  infinitamente  idiota, pero aplicado en  su labor.  Pensando  que  su  víctima  era  esa  dama. Quien podría  haber imaginado que  en realidad lo había contratado  ella, nunca  trató directamente  con ella. Además como lo hubiera imaginado, en su mundo  solo los hombres asesinaban o  mandaban a  matar.  La  durmió  con un paño  embebido en cloranfenicol, un somnífero potente que casi la  dejo  moribunda. Cuando desmembró el cuerpo prolijamente, no supo que  con cada  parte se perdía  su  pago  y  quizás  su  paz.

-Tenías  que ser vos y no yo, aulló esa alma condenada. Ahora  te vienes conmigo!!.

 El último esfuerzo le permitió  alcanzar  la puerta. Con una mano  intento abrir la puerta  pero  noto  que nada  podría abrirla.  Alcanzo  a  sentir su pierna libre de la garra, y en dos  saltos corrió  por la negrura golpeando a su paso con muebles, paredes, pero nada podía frenar su carrera. De pronto tuvo  frente a si una ventana y no lo dudó ni un segundo y se arrojó  a través  de  esa ventana.

Cayó pesadamente  sobre un montón  de  cajas  vacías que amortiguaron su golpe. Cuando  intento  erguirse  sobre sus pies noto  que tenía  una pierna  en malas condiciones. No podría correr.  Espantado   trato de  alejarse  arrastrando su pierna herida. Podía escuchar los alaridos desde  adentro de esa casa  ahora fantasmal.  Espero  verla aparecer  enajenada  de odio y despecho. Sin embargo  noto  que no  salía de la casa.  De pronto tuvo  una certeza. Ella podía  entrar, pero no podía  salir  salvo  por  mano  humana.  Algo  impedía  su  salida. Encontró un  bidón de plástico con combustible. Desgarró  de un tirón su camisa y el pedazo de trapo que logró,  lo embebió  en  el liquido elemento. Desparramadas botellas de vidrio, se dejaban ver. Tomo una,  la lleno  con el combustible  y colocó el trapo embebido en la boca.  Busco en sus bolsillos  el encendedor,  lo tenía  en  el pantalón, pero no, no estaba.  Los gritos  eran ya  espeluznantes.  En cualquier momento  vencería esa resistencia que le impedía  salir fuera de la casa y ya no tendría  escapatoria. Busco  en  su campera  y en el último bolsillo, encontró un encendedor que no era el suyo. Sus dedos  entumecidos de terror  no lograban hacer girar el pequeño pedernal del  aparato. Una vez, dos, a la tercera  prendió y en el mismo movimiento encendió  el trapo y  lo arrojó por la ventana por donde  había saltado, justo en el instante en que se asomaba  la espectral  figura.  La  llama  de fuego  fue  explosiva,  encendió todo el  marco de la ventana  creando un ardiente anillo de fuego.  Ella se echó hacia atrás,  el fuego  la liberaba de su prisión, pero no podía atravesar  ese  infernal  anillo.  Solo debería  esperar unos instantes, pero debería  evitar que las llamas la  desgarraran, ardería en un instante. Desesperado  busco otra  botella  y repitió el proceso. Su  desesperación, le quitaba   precisión a sus movimientos. Con dificultad desgarro  otro  lienzo de su camisa, lo encendió  y lo arrojó  por la ventana.  Las siguientes  botellas, las lleno  con premura y  no supo cuantas arrojó.  Sin camisa y sin aliento,  se quedó  parado  escuchando  los  tétricos y desgarradores  de  esa alma sin paz  que en el fuego encontraba  quizás el fin de su calvario.

Atontado, ya sin fuerzas,   se arrastro  a unos cien metros  de  los  restos humeantes  de  la casa, que fue su hogar  alguna vez.  No sabía cómo  seguir, solo sabía que  ahora  comenzar era  su  única  opción.   Cuando recuperó la conciencia,  el sol estaba  en lo alto.  Su pierna lacerada, parecía  recuperada  sin embargo  tenía  muchos golpes y seguramente  algún hueso roto.  Esa corrida  antes de saltar por la ventana  había  sido durísima, la adrenalina le  había permitido  escapar, pero ahora sereno,  su cuerpo le  pasaba la factura. Como pudo  se subió a su camioneta  y condujo  lentamente  al hospital.  Un  medico  solidario, al verlo llegar, gritó por ayuda. – Camilleroo!,  aulló.  En breves instantes el  sereno aire  de la guardia comenzó  a sedarlo y entre sueños  una bella enfermera,  le sonrió y le dijo cómplice, me devuelve  mi encendedor.  Y  antes de  desmayarse, la reconoció…era  aquella dama  de la ruta. Un ángel….o quizás un sueño…como saberlo. 

 

J.J.Z. Noviembre 2012.

lunes, 4 de febrero de 2019

UNA NOCHE capitulo II

Siguieron con la rutina , de  “cruzarse”  en  el  charter. Durante   varias semanas. Las charlas fueron  variando  de  temas  e intereses, se fueron descubriendo  y colonizando.
Una tarde, Marcos  le hizo  una pregunta  inesperada  o  quizás   era  mas esperada  que sorpresiva.
- Que pasa si  perdes  el charter  hoy….tenes donde  quedarte  a dormir ?
-Se preocuparían si no  llego,  pero…..si los llamo  y les aviso que perdi el charter, podría  decir que me quedo en lo  de Natalia,  una amiga del laburo. Afirmo Ana, bajando la mirada  con pudor, sabia  adonde  conducia  la pregunta  de  Marcos  y su respuesta.  Ambos   comenzaron a caminar  por la vereda,  en silencio  hacia ningún lado, solo caminaban.  Por varias cuadras  ,solo se sonrieron  entre timidos y complices.
El primero en  romper  ese estado  de  mutismo nervioso   e incomodo, fue Marcos.
-Quiero que pasemos juntos esta noche.
-Como harás con tu  familia  que excusa  pondrás.
-Les  dire  que  me  quedo a  dormir  en un hotel del centro , por que terminare muy tarde  el inventario,  les diré  que la empresa me paga el hotel para que mañana  pueda  empezar mas temprano y asi terminarlo para  el mediodía.
-Quiero  pasar esta noche con vos.
Asi  de  simple  fue  la propuesta y  la aceptación de la misma. Siguieron caminando  nerviosos por un par de cuadras  más. Súbitamente  como  si hubiera sido un movimiento acordado.  Dejaron de caminar.  Se miraron  y en unos 15segundos  ,ni respiraron. En el  segundo 16, Marcos la tomo por la cintura y sin ningún pudor  ni  temor, la beso  por un largo minuto  que parecio solo un segundo. Ella  devolvió el beso  con una pasión  que  ni ella sabía  donde  estaba  escondida. Jadearon,  temblaron estremecidos por  el beso y por  tomar conciencia  del cuerpo  del otro . Latian incandescentes   los dos cuerpos. Activados,  hiperestimulados. El beso se convirtió en un abrazo desesperado y una  agonia  de  placer  y  miedo.
          
 -Busquemos  un lugar…..mi  hermano  esta de vacaciones. Vuelve en 15 dias, me dejo la llave  para que le cuide  los  peces y una gata  vieja que  tiene en su depto.
- Dale , contesto  Ana,  atribulada,sonrojada  y sobre toda  absolutamente  excitada.
El departamento  estaba  a  solo unas pocas cuadras  de  donde  se encontraban.   Ni una palabra   se dijeron  durante esas cuadras, sabían que estaban por cruzar un umbral  de una experiencia  inolvidable. Que perduraría para siempre , en sus mentes, sin importar que caminos  finalmente  eligieran. 
- Pasá , ponete cómoda…ya vengo le dijo  Marcos  y desapareció por una puerta.
Ana se quedó sola, frente a un amplio ventanal de un piso 14.  Las luces de la ciudad  comenzaban a poblar  una  noche  incipiente que  forcejeaba  con las ultimas luces de una tarde  que se resistía  a  retirarse.  Se pudo ver reflejada en la ventana.  Aun su figura se reflejaba difusa por que las sombras todavía no eran totales. Esa imagen, la sumió en un estado semi hipnótico, de una poderosa sensación de libertad. Se miró y trato de imaginar la mirada de Marcos sobre ella. Desprendió los tres primeros botones de la camisa. Se saco la camisa de la pollera ¾   azul   del uniforme del trabajo que aun llevaba. Se soltó el pelo, percibió su  respiración  agitada  y su  tensión  en  el vientre…se percibió excitada.
Disfrutó la sensación. Marcos no volvía y comenzó a inquietarse, su necesidad instintiva, animal por el crecía.  Se quitó la sandalias y bajó el cierre de  la pollera. La dejo caer, deslizándose por sus piernas blancas y curvilíneas. camino solo un paso y la dejo hecha un bollo en el piso. Marcos seguía sin aparecer.  Ya su deseo la ahogaba. Se desprendió todos los botones. Y pensó que ese corpiño le daba un volumen muy provocativo a sus pechos. Sintió sus pezones entumecerse, podía sentir la tela suave de  su camisa  pese  al corpiño. Volvió a mirarse en la ventana, que ya le devolvía casi una imagen especular, la sombras de la noche habían ganado la batalla, ya era de noche. Se excitó un poco mas al verse así. Descalza, las piernas desnudas, la tanga blanca y la camisa desabrochada dejando ver su corpiño con broderie blanco y a medida que su excitación crecía, cada prenda le pesaba horrores. En un gesto automático se desprendió  el corpiño  y se quito la camisa y el corpiño,  se observo desnuda, vulnerable , le pareció  demasiado, nunca habían estado  desnudos. Tomo conciencia que se había dejado llevar por su deseo.  Se volvió a poner la camisa, y se abrocho dos botones.
¡Lo llamó…-Marcos!
Marcos apareció, con el torso desnudo, descalzo y con dos copas y una botella de vino.
-          Pensé que no me ibas a llamar más.  Te vi absorta en la ventana, estas tan linda que no quise hacer ruido me quedé mirándote. Porque te volviste a poner la camisa?, estas divina desnuda, tus pechos son…perfectos.
Y dio dos pasos hacia ella. La tensión se sentía en el aire. Se deseaban casi con desesperación, pero ambos demoraban el dejarse ir, el abandonarse al deseo , como conscientes que cada segundo postergado  haría   mucho mas placentero el primer contacto.
Ella  dió dos pasos también y quedaron a  solo unos  centímetros,  se miraron a los ojos, sonrieron y los últimos vestigios de pudor y auto control se esfumaron  con un roce de cuerpos , de piel y besos , de  suspiros y  gemidos  mudos.  La camisa de Ana se resistió a abandonarla se enganchó un ojal en la cadena que colgaba de su cuello. El pantalón de Marcos se enredó en un pie y trastabillando   la abrazó y cayeron riendo en el sillón. Siguieron besos   de todo tipo. Desde dulces, de una ternura infinita, rozándose los labios a voluptuosos besos   llenos de saliva  y lenguas  enredadas. Solo detenían los besos para respirar y a veces no tanto. Se desnudaron como pudieron, el a ella, ella a él. En el sillón, desnudos. Se nombraron de mil maneras distintas. El con una erección poderosa, la penetro, suave en un primer instante. Al siguiente, empujó con desconsiderada   fuerza, ella gimió de placer y el supo que  así  le gustaba a ella. No se detuvo. Alcanzo a escuchar un…” más, dame más,” que lo convirtió en un animal salvaje, comenzó a gruñir y gemir mientras repetía desesperadamente el movimiento  con un ritmo desenfrenado. Podía sentir entre tanta locura, su tibieza, su humedad  y su  cuerpo  que se  ceñía  en él,  “Así,Así ,, repitió  casi  guturalmente…..al compas de los cuerpos  que describían una melodía  inconfundible. El cuarto se lleno de aroma  a  cuerpos sudados ,  y a sexo…. Casi al unisono, gritaron, gimieron casi lloraron. Casi en el mismo instante los dos se abandonaron a un abrazo agitado y sudoroso, abundante en sonrisas cómplices y admiradas de lo que acababa  de pasar. “Quedate en mi”, le rogó ella y el obedeció sintiendo ese momento y el éxtasis lo inundó. Se quedo asi hasta dormirse entre sus brazos. Ella  se quedo velando  ese  rato en el que  se durmió en sus brazos sintiendo  contracciones de placer  y  sin pensar en nada. Solo  disfrutando de ese instante.
A  la mitad de la noche.  Marcos  se despertó,  en los brazos  de  Ana dormida. Casi con la agilidad de  un gato, se desprendio de su abrazo, la alzó  y la llevó a la cama. La depositó con  sumo cuidado para que no se despierte y se  acostó a su lado. No volvieron  a  hacer el amor esa noche. Por la mañana, mientras el tomaba un baño ella  preparó el desayuno para dos. Tomaron  el desayuno casi en siencio, la incomodidad  del dia después se  abatia sobre los amantes.  Se dieron un beso en la vereda  y cada uno volvió  a su trabajo.  Esa tarde  Marcos  la espero en la parada del charter, pero Ana no  tomo esa tarde  el transporte.
Marcos, esa noche volvió a su casa con otra cara. Sus ojos guardaban otro brillo y ella lo supo en el primer instante.  Nada dijo, nada, pero todo supo en ese instante. Al cabo de unos meses, Marcos le dijo casi sin mirarla. ME VOY. Ella supo que ya se había ido hacía ya mucho tiempo, solo era un formulismo, era solo certificar la partida con un grito o un golpe. Y solo pudo llorar. Sin decir nada, ni siquiera pudo gritarle que ya sabía, que era solo cuestión de tiempo simplemente lo dejo ir…
Por muchas semanas, Marcos espero a Ana, en la parada del charter sin éxito.  Después de un tiempo comprendió que quizás había sido una noche mágica que no tendría segunda versión.  Y finalmente una tarde ya no la busco mas con la mirada, ni espero verla llegar apurada a la parada. Nunca supo nada de ella.hasta que un amigo común  del barrio le comentó  que Ana había  terminado una relación  que tenía y se había mudado  a Rosario a la casa de unos parientes. Que vivían a pocas cuadras del monumento a la bandera. En la calle Mendoza.
Una tarde de sábado, pocos días después de enterarse del cambio de hogar de Ana, lo encontró  en la terminal de Retiro tomando un bus a Rosario…
   J.J.Z  2018-2019

UNA NOCHE -capitulo I


No  sería esa mañana una mañana más, lo podía sentir en su  piel, sin embargo  no encontraba razón para que así fuera.   Sus días en su  matrimonio ya flotaban en una insoportable rutina.  Esas aguas, en las que navegaban  no eran cosa reciente, hacía ya mucho tiempo que las primeras señales se instalaban sigilosas.
El desayuno casi en silencio, hablando con sus hijos de cosas menores, sintiendo el desinterés  en  su   alma. La rutina matutina,  caminar hasta  la parada.  Esperar el  colectivo, programando su labor cotidiana. Se vio alterada por una  aparición inesperada.  Una bella mujer  de una tez increíblemente blanca, ojos  de una expresividad  deslumbrante,  rasgos perfectos.   Su mirada  sin  poder impedirlo, la buscaba. Se acercó caminando hacia donde él estaba  parado, con gesto de esperar al colectivo.  Rápidamente todo  su ser  se sintió afectado. Se perdió  la lista de cosas  que tenía pensada para ese día. Desaparecieron los argumentos a esgrimir con  él responsable de su área, con los cuales sostener su  reclamo de mejoras en sus horarios. Todo desapareció, cuando sintió la mirada de esa mujer extraña. Se dio cuenta de cuánto quería establecer una conexión con ella. No era un galán, ni un hábil conquistador, sin embargo tenía que intentar tender un puente hacia esa  promesa de  ilusiones.
-Qué tal?  Será un día mortal hoy. Dijo con su mejor sonrisa.
-Si. Le contesto ella con ternura  y una  genuina timidez. Bajó su mirada y él pensó que caería al suelo, por el vértigo que provoco ese mínimo monosílabo, sin sabor, ni  color, pero que sugería  la espera de otra pregunta, invitaba a seguir la charla.
-Nunca la he visto  por acá, es nueva en el barrio? Le dijo sin pensar, con verdadero interés…
-Hace  ya  un mes que me mudé a acá nomás, a media cuadra de aquí. Lo veo a usted  todas las mañanas esperando el colectivo. Lo veo desde mi ventana. Es más, ya es mi referencia. Cada  día,  cuando lo veo parado aquí esperando el colectivo, se que son las 8:30 de la mañana. Siempre a la misma hora con una exacta puntualidad.
Esa confesión de la dama, le provoco una sensación desconocida o al menos ya olvidada.
-Bueno, usted me halaga. Haber puesto en mi su atención. Puedo preguntarle su nombre?
-Ana. Al decir su nombre, lo miró por un instante casi un breve instante pero  inmenso en  su relativo registro del tiempo.  
-Ana….., tan  bello como breve, le queda bien a usted ese nombre.

La llegada del colectivo,  interrumpió  la extraña  atmosfera que se había creado entre ambos.
Ya en el colectivo, la conversación derivó hacia temas nada trascendentes, pero que sirvieron para despejar el puente por el que pasarían,  en posteriores charlas,  muchas otras sensaciones.
-Acá me bajo yo, dijo él con desilusión verdadera.
Cuando ya se descolgaba del colectivo ,ella le gritó  -No sé tu nombre..!!
Casi  gritando,  le contestó -Marcos, fue un placer!
Ahora mientras corría al banco, el recuerdo  de Ana, le provocaba  vértigo y hasta quizás miedo….
Al  llegar  a la mesa de negocios, donde  todas las jornadas  trataba de lograr las mejores combinaciones  entre   compras y ventas ,  para sus asesorados y clientes, que operaban en esa mesa  a través suyo y le dejaban suculentas  atenciones,  en relación directa a lo acertado de sus decisiones. Había aprendido a decidir rápido. Su intuición era  casi perfecta, rara vez,  con  tan poca información  alguien había tomado tantas y tan buenas decisiones.  El había aprendido a “ mirar” con gran intensidad las señales del mercado y con brevísimas  señales el ya sabía donde dar los primeros pasos  y el resto era solo velocidad de reacción ante los cambios. Era un hombre de una inteligencia intuitiva  sorprendente, tanto que aún él se sorprendía de ella.
Ese intenso  acto  continuo, de  profunda empatía con  el mercado, hacía que el tiempo volara  y los días transcurrieran con una  rápida inmediatez. Un negocio atrás del otro, y sus inesperados desafíos en cada uno, lo mantenían  en vilo, al filo del pánico y la euforia.
 Sería por eso que la rutinaria y  poco  cambiante  realidad  de su matrimonio lo ahogaban  y le quitaban  vida a su amor.
Al cabo de ese día, volvía  caminando, sintiendo  el desgaste y el agotamiento,  tan placentero como la sensación después de una  buena  maratón  corrida, el trabajo realizado, el  objetivo cumplido…
 Al caminar hacia a la parada del  chárter, la vio  parada  al pie del cartel, como esperándolo.  Su corazón  parecía salírsele del pecho, durante esos metros que caminó simulando no  haberla visto, tuvo una intuición que no pudo evitar…  al llegar  con medida sorpresa  simulada, le dijo….-Hola!  Que  agradable encontrarla,  usted por acá…. Nunca la vi a usted  tomando el chárter’’.
 -Hay paro de colectivos. Mi amiga me dijo que acá salía todas las tardes un chárter para  nuestro barrio. No lo sabía, ahora me verá más seguido’’, le contestó ella con  una seductora  sonrisa, nada sutil.
Benditos sean los reclamos de los trabajadores, dijo con un simpático gesto, que provoco en ella una breve risa , sonó  a sus oídos como  una cascadas  de estrellas….
Y así volvieron a su barrio esa tarde, rieron varias veces, incluso hasta  perder  la vergüenza. Eran dos almas que se encontraban  de la nada,  pero parecían tan iguales  que cualquiera que los hubiese  visto  juntos  hubiera dicho…..``que lindo, esos  dos   se quieren,….así como yo quisiera…


De Sueños , Sabios y Consejos.


Vuelan alto los sueños no nacidos.
Siguen su estela las miradas mudas
y esperan  su caída las febriles conciencias,
que  anuncian antes del vuelo,
que no  valen los sueños, el calor de un abrazo. 

Quienes abrazan con vehemencia,   
la sensatez de lo correcto.
Quienes promueven incansables,
la desilusion de lo imposible.
Ruegan por un sueño en sus amaneceres.

Cuantos  sueños en mis despertares,
se niegan a ser recordados.
Se resisten a perder su anonimato.
Quizás por que en mis noches sin memoria,
habitan  aquellos sueños nonatos.

En ellos cobra vida,
lo añorado , lo perdido
o acaso jamás hallado.
Estremecen a la conciencia,
Y a la voluntad sojuzgan.

Si exisitiera un consejo sabio.
O si un sabio aconsejara…
“No dejes ni un sueño sin dar vida.
No habites pesadillas que no inquieten
Ni  ames sin amor.
Mucho menos olvides la pasión en un rincón”

Febrero 2019 - JZ

viernes, 25 de enero de 2019

Teresa de Caballas


Aclaraba  con  lentitud  el día, o  se  apagaba  la noche  sin apuro. La mujer, como todas las mañanas, deslizo el cepillo por su ondulada y rebelde cabellera caoba, que  bañaba  un par de hombros  delicadamente redondeados, como si hubiera sido una escultura  veneciana.  Suspiró con intención de abarcar la imagen de  ese hombre  añorado que  desde hacia años le enviaba dos o tres hojas  repletas de líneas  de  cuidada caligrafía  y esmerada  verba, con admirable  puntualidad. Con cada misiva, la imagen de  Don Carlos, (así firmaba el  sus cartas desde  el continente…”Don Carlos”) llenaba  de ilusiones  el rostro y la mirada de esa dama.
 Cada  llegada  del “ Santa  Inés” al puerto de Caballas, era anunciada  por un estrepito de  pitidos, gritos y  ruedas  chirriando en el puerto  tratando de  ubicar  a sus  estibadores y anticipar la tarea de carga y descarga.
No menos  de una hora transcurría  desde que el  barco ataba  sus amuras  al muelle, para que el proceso laborioso de vaciar sus bodegas se iniciara. Llevaba  todo ese dia y  a veces  hasta dos días mas. Parecia que la vida en Caballas , transcurría  en ciclos  consecutivos . Que se cerraban e iniciaban con cada llegada del santa Ines a puerto. Los hombres de Caballas, habían llegado a  America con el único o al  menos el principal objetivo, de encontrar  la riqueza perdida en las penurias de las  interminables disputas ancestrales  entre  los  dispersos reinos castellanos y los temibles e inclaudicables  moros. Que con su sabia trascendencia y sus afiladas cimitarras disputaban  a palmos la tierra  que reclamaban como mora lo que castellanamente no les pertenecia. En consecuencia, su estadia en la ciudad  era casi nula. En cuanto se  hacían de algunos duros, volvían  febrilemente  a la selva y  a los  abominables senderos que  debian  llevarlos (según creían), hacia  benditos tesoros que justificarían  sus travesias.
En esa ciudad-pueblo  sin hombres  o con casi  la totalidad  de los varones en edad de ser deseados, sumergidos en sus sueños  de oro y tierras, mas alla de la barrera  de luampais,  especie  de arboles  que conformaban una verdadera  barrera  inexpugnable  de la civilización y  el nuevo continente, habitaba Teresa.  Su forma de ganarse la vida, a partir de la muerte de su marido en una trifulca con unos marineros holandeses de paso por un anoche, era  la  de  pasear su  belleza  opaca  pero  infinita  por los bares  ahitos de  marinos ebrios y plenos de apetitos que saciar. Siempre había un puñado de voluntarios a hacerle saber de los beneficios de su belleza.

Aquel dia, el proceso de descarga y carga del Santa Ines, terminó más temprano que de costumbre y  el segundo al mando  bajó a tierra,  pues  el dia o mejor dicho el  fin de ese dia se dejaba sentir con toda  la intensidad de la primavera que comenzaba a mutar en verano. Caminó sin rumbo, disfrutando del aire marino y del pintoresco paisaje urbano de Caballas. Un tibio sol claudicaba con  lentitud como no queriendo irse y con uno de sus últimos  destellos iluminó  el umbral donde  Teresa ,sentada esperaba  la nada, como todas las tardes, confiando en  la noche para  bienganarse unos  duros.
Carlos Zarate de  Valladolid,  no pudo quitar sus ojos de esa mujer, que en su quietud e indiferencia no podía  disminuir su belleza.  Se acerco con paso seguro y a un metro ,preguntó :
“Mi señora, que  afortunados son los habitantes de este puerto que todas las tardes  descansan su mirada en el umbral de su hogar” . Teresa, acostumbrada a las zalamerías de los marineros sedientos de todo, hasta de agua, le dedico una mirada sin entusiasmo. Pero  fue detener  su atención por un instante en la intensidad y  franqueza de ese hombre y  dijo su nombre  sin saberlo…”Carlos…” La sorpresa fue infinita  al escuchar su nombre  en labios de aquella desconocida. Pero ni por un instante se sintió incomodo, todo lo contrario, encantado sonrio con toda su cara y le dijo tibiamente…” Para servirle mi señora.:”
Toda esa noche Carlos naufrago gozoso   en el océano de sus sabanas. Recién por la mañana con las primeras luces  hizo pie en la costa, ya definitivamente  enamorado para siempre  de aquella  mujer  sin hombre. Tenia que partir a media mañana, con la marea alta y no tenia forma de demorar su partida. Le juró volver en el próximo viaje. Le juró volver para llevarla a su finca en Valladolid. Le juró hijos y mil atardeceres abrazados.
Los directivos de la  Compañía de María tenían otros planes para  Carlos Zarate  y  ni bien hizo puerto en los muelles de  San Sebastian pusieron a su mando un bergantín  recién  lanzado al agua, para que recorriera  la ruta  de  la seda  por las costas  thailandesas  hasta  la misma  china. Nunca mas pudo volver a Caballas pero su corazón y su promesas volaron con sus letras y sus deseos cada mes   hacia las manos de Teresa que con un resignado amor y venerable ilusión, leía cada línea  como si fueran sus manos las que acariciaban las sienes que  ya blanqueaban  los  años idos. 
Una tarde , Teresa aguardo  sin  apuro la carta  que  como todos los benditos viajes  del Santa Ines  viajaba  hacia sus manos y sus ilusiones.  No llego la carta ,   ni el Santa Ines. El barco que amarro  en  muelle  se llamaba  La Esperanza,  y  no traía  sacos de correo.  Ahora  vendrían por tierra. Este era el último viaje  a Caballas  de la Compañía de Maria. Ya  no era una ruta rentable.  Solo quedaría para  Caballas, las suerte que corrieran las barcazas  de pescadores.
Ya no vendrían  ni las cartas ,ni las tripulaciones con marineros  de  bolsillos  generosos y ansias  por calmar.   Teresa  comprendió  que ya  no tendría  razón para  conservar su esperanza y  dejo que el peso de sus recuerdos  apagaran un corazón que hacia  ya mucho tiempo latia por solo  una noche ya  pasada y nunca olvidada.
Nadie noto por la mañana ,  que en el umbral de la posada,  no  había  nadie solo  una ausencia.  

J.Z. 2018. Cuentos epistolares

martes, 15 de noviembre de 2016

Muerte a Tiempo

Que pareja!

La muerte y el tiempo,
cobijan pecados y olvidos
cometidos o callados
confesados u obcecados.

Sin prisa ni urgencias
licuan penas y culpas;
el manto de lo transcurrido
cubre de paz y desmemoria

Cuando se vuelve la vista atrás,
De nuestro rastro rescatamos
solo buenas intenciones,
o acaso buenas voluntades.

Nada hay más concupiscente
Que el abrazo del tiempo
 y la parca.
Tanto se abrazan que paren,
solo sonrisas y buenos
recuerdos.

Los llantos y desgarros.
Odios , rencores y temores
(¿o eran terrores?)
Junto con la envidia y la
venganza, con las nubes
y las aves vuelan lejos
vuelan y no vuelven.

Podría uno rescatar  
Tales olvidos.
Trocar la desmemoria
en sangrantes cicatrices,
que duelen más de lo que
sangran.

Vale la pena?
Acaso la pena  vale…


J.J.Z Setiembre 2016

AMOR

¿Amor, que es, dónde está?
¿Dónde anida, donde nace?
¿Cuándo duele, cuando embriaga?
¿Como diferenciarlo del vértigo,
de la caída en el vacío, de un abrazo
o del vuelo que un beso provoque?

Hay preguntas que promueven con
ciencia.
Hay respuestas que ocultan verdades
y someten  la memoria a recuerdos,
que no se van ,ni se rinden;
mucho menos se olvidan.

Gestos breves que desnudan  corazones,
repletos de melodías y letanias.
Caricias en el aire que confunden
aromas con sabores.
Abrazos huérfanos de brazos y besos.
Todos ellos en manada, lo definen
Lo anuncian o lo confirman.

Amor es vida. Amor es Luz.
Amores que suenan
Amores que no se olvidan
Entrega sin previas condiciones
Las almas hablan en prosa
Enamoradas y mudas.



Y así el mundo gira, sonríe
Late, tiembla, crece, se reproduce.
El simple y mínimo gesto
de caminar los pasos del amado
Con sus huellas que son las propias.
Los dolores duelen en dos almas
En una vida que son dos.
la alegría es su rastro y su semilla.


JJZ- Setiembre 2016