De
APARICIONES y COMIENZOS
Caminaba
sin rumbo ni apuro. Un pie detrás del otro
en una sincronía involuntaria. Parecía tan lejana la sensación de
plenitud y optimismo. Los días de infinitos
proyectos e inacabables planes por parir. Ahora
la realidad finalmente hacia su entrada en
su conciencia. Dicen que la realidad tiene
muchas interpretaciones, lo que no tiene es otra opción
que la de imponerse sin clemencia ni piedad, sin
enconos ni rencores simplemente se impone, sobre las
múltiples lecturas que de ella se pretendan realizar.
En
cada paso ‘’su realidad’’ se caía a pedazos,
desmembrada, desahuciada, solitaria…y daba lugar a LA REALIDAD,
la simple y llana REALIDAD. Sin poder dejar de sentir un
dolor lacerante y profundo, decidió que seguiría adelante.
Sin amor, todo proyecto tiene su fin asegurado. Puede
ser antes o después. Puede ser en unos días ,
meses quizás hasta años…pero el final es la única certeza que
debería tener quien emprende un camino sin el mágico
elemento.
Había
construido en un comienzo con esmero, casi sin
dejar lugar en su conciencia para el fracaso. A cada
paso, recogiendo detalles, rescatando señales. ‘’Que lástima,
eso no debería ser así….’’ o ‘’caramba ,…yo no hubiera dicho
eso……’’.Así como los rescataba o los levantaba del camino ,los arrojaba
lejos, aventando sus dudas con ‘’su realidad’’ construida con
esmero y estéril esfuerzo. Cada día una nueva
ilusión inconsciente. Cada día arrojando lejos las dudas, las
mínimas desilusiones. Vinieron las alegrías y por
brevísimos instantes toco acaso el cielo con sus manos. Los
miedos oscuros tenebrosos, se hicieron presentes. Pero con energía
y constancia los apartó del camino. No los eliminó,
ni los hizo desaparecer. Los apartó y se habituó a
saber que seguían, como mastines a su presa, sus pasos a la
distancia. En realidad esos diabólicos cancerberos, lo
acompañaban y lo acompañarían de eso no tenía duda. Sembrados
con insistencia en su alma desde siempre ya no
imaginaba la posibilidad de vivir sin ellos.
A medida que fue transcurriendo el tiempo, esa construcción artesanal de ‘’ su realidad’’, lo fue desarmando, le fue quitando poder y energía. Esa construcción era su propia obra. Es decir, sin darse cuenta de lo que hacía, de a poco se fue vaciando de contenidos. Se fue auto eliminando de su futuro. Cuando LA REALIDAD comenzó a golpear la puerta, al principio, sutilmente, luego en forma más imperativa, ya era tarde. Su debilidad extrema, su vacio era tal, que no tenía con que enfrentar el impacto. Cuando la puerta se abrió de un golpe, fue un vendaval. El viento frio y acerado era a la vez puro y vivificante. Atrás quedaron los logros, los esfuerzos ciclópeos inapreciables por ajenos pero inolvidables o imposibles de ignorar por él. El profundo esfuerzo que le demandaron cada uno de sus logros, paradójicamente además de ser pasos de crecimiento personal fueron indicadores íntimos de sus limitaciones, de sus propias debilidades.
Ahora, conmovido, aturdido, perdido en absoluto estado de confusión. Ya ni las certezas, escasas, pero certezas al fin, eran tan ciertas. Dejaría todo atrás, todo absolutamente todo, buscando la magia de un lienzo virgen. La verde esperanza de una hoja vacía. Probablemente esa opción, lo liberaría de muchos de sus antiguos mastines, dejarían de seguir sus huellas. Ya que de nada valdría seguir a un hombre sin desafíos por delante. Sin compromisos a los que responder. Sería solo un hombre caminando rumbo a la nada. Quizás en ese caminar sin presiones, encontraría algo de fuerza y energía. Podría redescubrir en él su sentido, su vigor, su trascendencia. Pero no. Aún en su más profundo abismo, no se permitiría esa opción. No podría abandonar todo, dejar todo al costado del camino. Solo si la vida lo abandonara, el dejaría TODO atrás.
Debía
encontrar la forma para poder pintar un lienzo
virgen. Llenar de verbos, sustantivos y adjetivos
hojas en blanco. Capturar la esperanza
emparentada con la realidad. Combinación alquímica de
inevitable poder. Debía encontrar la forma… Caminaba de
a un paso a la vez. Un pie detrás del otro. Una huella
siguiendo la dirección de la huella
previa.
Cada
instante sería una novedad, se dejaría sorprender por
el azar…Dejaría que el caprichoso destino
decidiera por él. Le parecía un idioma ilegible, una sucesión
de sonidos jamás oído, cuando repetía en voz alta….``yo puedo
con mi destino, no el conmigo’’… pero esa no era un frase
que diría el, con convicción, al menos no en este
día..….Encontraría la forma, aunque se sentía tan débil, tan vacio,
que no podía imaginar cómo….Quiso gritar, abrió su boca,
sus pulmones liberaron todo el aire, pero ni un sonido
broto de sus labios. Sus ojos inundados de
lágrimas secas, solo miraban su alma cuando se quedó dormido.
El
cielo nublado, presagiaba lluvia, el viento helado del sur,
aseguraba frio. ``Nada nuevo en este día, frio y
lluvia…’’pensó casi resignado. Se levanto y en pocos
minutos cumplió con la rutina: un café caliente,
fuerte y áspero. Algunas galletas húmedas con manteca y dulce. Una
rápida ducha de agua tibia. Una prolija afeitada, unas gotas de
colonia Paco Rabanne. En pocos minutos sentado en una destartalada
camioneta casi humana que respondía a sus mandos casi con tierna obediencia. Le
pidió que pusiera en marcha el motor, antes de girar la llave
azuzándola con cariño, como si ella pudiera entenderlo. Al girar la
llave, la maquina titubeante echo a andar, había entendido. La ruta
brillaba acerada con los rayos furtivos de un sol que se
asomaba curioso entre nubarrones que huían en bandada. Un
fuerte viento sur, traía más frio y también sol y cielo celeste.
Manejo con suficiencia y respirando hondo, pensó: ``va a ser un día
esplendido’’.
Al
doblar en una curva ciega, su sorpresa fue mayúscula.
Una mujer de impecable traje azul marino, pantalón
ajustado al cuerpo, chaqueta de corte masculino pero ceñido el talle y
doradas charreteras, botas negras hasta la rodilla y un casco
blanco bajo su hombro, le hizo la seña que detuviera su marcha. No
fue un gesto ampuloso ni imperativo, sin embargo de esa mujer
emanaba una autoridad imposible de ignorar. –Gracias, necesito su ayuda.
Mientras hablaba, el miraba al costado de camino la poderosa moto
Harley caída. – Perseguía a un par de malditos
asesinos, me dispararon y le dieron a la rueda delantera perdí el
control, necesito ir a la central de policía del
pueblo de inmediato. No dudó ni un instante, le abrió la puerta y le dijo
- Suba, la llevo. No se detuvo a pensar ni
un instante que podría decirle que no la llevaría. Eso
quizás le salvó la vida. Sabía donde quedaba
la central de policía así que manejó sin esperar
indicaciones de la mujer policía. Al cabo de unos
minutos en silencio, para romper el tenso ambiente que se había
generado le preguntó:
-Fuma
usted ? Muero por un cigarrillo, pero he dejado el vicio..
-Mal
hecho. Bastante cuesta desarrollarlos, para dejarlos así como
así…le sonrió con picardía. Tengo solo uno, pero
ya no fumaré … y le alcanzó el paquete con un
encendedor en el envoltorio del paquete.
-Gracias.
Prendió el cigarrillo y pudo sentir ese
indescriptible placer de todo fumador, con el primero del
día.
Luego
de un instante, el silencio volvió a incomodarlo.
-Agente,
se hizo usted daño, no la veo lastimada pero el
golpe debe haber sido grande.
La
mujer se disponía a contestar cuando justo después de
una curva, volvió a ver la moto caída a la vera del camino. Su
sorpresa no tuvo fin, no podía ser real. No escuchó lo que la mujer le
dijo, solo podía con esfuerzo tratar de mantener la calma y simular
que no había visto lo que había visto. La ruta era un camino recto
sin cruces ni desvíos, como era posible que después de manejar por un largo
rato, volviese al mismo lugar. No tenía sentido. La mujer lo
miraba con una mirada entre cómplice y serena. A
los pocos metros, la mujer le dijo: ``Siga conduciendo, no se
detenga’’. No comprendía lo que le decía y cuando le iba a preguntar a
que se refería casi pierde el control de la camioneta. Metros
más adelante al costado de la ruta, se podía ver una camioneta
blanca con sus cuatro ruedas mirando al cielo una columna de
humo elevándose al cielo y unas lenguas de fuego
asomándose impiadosas por las ventanillas. Casi pudo sentir el olor a
carne quemada. Se podía ver una ambulancia, varios paramédicos colocando
la camilla con un bulto en la misma. – El cinturón de
seguridad estaba trabado, no pudo zafar del fuego, tuvo la peor de
las muertes. –Como sabe usted eso! le gritó, casi
histérico. - Se muchas cosas, que quizás no le convenga
saber, pero creo que acá me bajo yo, después de esta curva. Dobló
en la curva y ante la infinita sorpresa del hombre, la moto Harley,
blanca impecable, estaba erguida de pie al costado del camino. En
el mismo sitio donde la levantara unos pocos minutos antes.
El hombre solo atinó a frenar la camioneta y
mirar a la extraña a los ojos. La misma mirada complaciente y
profunda en sus ojos, ni una palabra más, salvo un ‘’Gracias…’’que
le dejó al bajarse. Se quedó parada al lado de su moto, como esperando
que se fuera y el no espero nada, solo puso
primera y se fue. A los pocos metros una manada de
carpinchos cruzaba en desbandada la ruta. Si no hubiera
estado a tanta distancia, lo hubieran sorprendido, ``aparecieron
de la nada’’, pensó con un escalofrío. Continuó su marcha, pleno de
pánico por el episodio. Miraba cada dos minutos por el espejo retrovisor,
esperando ver de un instante a otro a la misteriosa mujer. No alcanzaba a
definir si era un aire demoniaco o divino el de esa
dama. Pero solo esperaba no verla aparecer en los espejos…
A los tumbos, por el camino de tierra, saltando por
los huellones. No bajó la velocidad, quería llegar cuanto antes.
Al
llegar a su antiguo hogar, que abandonó
a los pocos días de la desaparición misteriosa
de su mujer, para mudarse al pueblo, detuvo el auto en
el porton, a unos metros de la casa. Durante años, cada vez
que entraba a su casa o se aproximaba a ella,
sentía la tibieza de estar acercándose a
su mundo, sin embargo en esta oportunidad tuvo una
contundente oleada de vacío y desesperación. Una
nueva y revulsiva sensación, provocada por todo
lo perdido, lo inundó. Esa percepción lo tenia aturdido,
cuando estaciono la camioneta blanca en el estacionamiento y
al tratar de destrabar el cinturón de seguridad, no pudo hacerlo. Estaba
trabado, forcejeo por unos minutos, ‘’cinturón de mierda’’ pensó, y
comenzó a preocuparse, siguió intentando por
largos minutos. Hacía frio y haría aun más frío en un par de horas,
no había nadie cerca para ayudarle, en esa finca
el era el único empleado. El celular había caído debajo
del asiento lejos de su alcance. Comenzaba a sentir una sensación de
ahogo leve pero que lo llevaba suavemente a
un pánico creciente. ‘’Me encontrarán atado y bien muerto dentro de unos
días, pensó con ironía. Cuando ya la ira se mezclaba con el
miedo, finalmente como si solo hubiese sido un gesto posesivo de
aquella camioneta ‘’casi humana’’, el cinturón cedió su abrazo. Se
bajó nervioso, perturbado, caminó sin tener conciencia de sus
pasos. Abrió la puerta, sabiendo que no la abriría otra
vez. Parada frente a la puerta erguida como
una enorme ave de rapiña, vigilante esperando el
momento de lanzarse en un vuelo atroz hacia su presa. Sus
ojos fríos clavados en los suyos, una espectral presencia, era
su esposa, recientemente desaparecida.
–Te
esperaba, le arrojó en un tono helado. Ya no hay que
seguir con esto, agrego sin poner ninguna emoción en sus
palabras. Como ocultando su sentir o acaso ya no había nada que
ocultar. No se oculta lo que no se tiene.
–No
deberías esperarme, ya no hay porque, no te seguiré… y casi
aterrado abrió la puerta y entro.
Las
palabras dichas con resignación provocaron una indescriptible reacción
en ella. Sintió el acero de su mirada, el frio helado de su
aliento. Las manos grises, sin vida se estiraron hacia él. Sintió
su piel desgarrarse, sin que una gota de sangre lo
salpicara. No pudo hacer otra cosa que arrojarse hacia atrás,
como un vano intento de salvarse, quería vivir. De pronto quería
vivir. Las dudas, los miedos corrieron el telón y la luz de su
ansia vital iluminó su alma. Se arrastro en un cuarto súbitamente en
tinieblas. Un espantoso aliento cadavérico inundo
sus sentidos. El amohosado hedor de su
cuerpo inundaba el ambiente. Desesperado busco a
tientas la puerta, estaba a solo un par de metros. Sin embargo por
más que se arrastraba hacia donde estaba la maldita
puerta esta parecía haberse perdido en la negrura. Había estado
sumido en un infierno, desde la partida de ella. Misteriosa, sin
explicación. La culpa que sintió por no haberse sentido desolado por su
desaparición. El remordimiento por haber imaginado una
vida sin ella, antes que ocurriese su desaparición, le hizo
sentirse culpable. Tan culpable se sintió que en el marasmo de
sus pesadillas, comenzó a pensar que había sido el culpable
de alguna extraña manera de aquella misteriosa partida. Pero ahora,
peleaba por su vida o al menos eso sentía que hacía.
Mientras se arrastraba ya no sabía hacia donde. Perdido por
completo el sentido de la orientación. Sintió la garra huesuda y
poderosa en su pierna. Lo arrastraba hacía atrás…
-No
quería que vivieras ni un día más, no quería ,chilló ella
ya sin ningún vestigio de aquella voz tenue y
cálida que alguna vez lo sedujo sin clemencia. El maldito sicario,
confundió su víctima!!! gritó la desalmada aparición .
-
Que culpa tengo yo ?, contestó suplicante y aterrado. Ahora
entendía, algo del terrible desenlace.
El
cuerpo no había aparecido, el hombre era asesino, aplicado. Torpe
e infinitamente idiota, pero aplicado en su labor.
Pensando que su víctima era esa dama. Quien
podría haber imaginado que en realidad lo había contratado
ella, nunca trató directamente con ella. Además como lo hubiera
imaginado, en su mundo solo los hombres asesinaban o mandaban
a matar. La durmió con un paño embebido en
cloranfenicol, un somnífero potente que casi la dejo moribunda.
Cuando desmembró el cuerpo prolijamente, no supo que con cada parte
se perdía su pago y quizás su paz.
-Tenías
que ser vos y no yo, aulló esa alma condenada. Ahora te vienes conmigo!!.
El
último esfuerzo le permitió alcanzar la puerta. Con una mano
intento abrir la puerta pero noto que nada podría
abrirla. Alcanzo a sentir su pierna libre de la garra, y en
dos saltos corrió por la negrura golpeando a su paso con muebles,
paredes, pero nada podía frenar su carrera. De pronto tuvo frente a si
una ventana y no lo dudó ni un segundo y se arrojó a través
de esa ventana.
Cayó
pesadamente sobre un montón de cajas vacías que
amortiguaron su golpe. Cuando intento erguirse sobre sus pies
noto que tenía una pierna en malas condiciones. No podría
correr. Espantado trato de alejarse arrastrando su
pierna herida. Podía escuchar los alaridos desde adentro de esa
casa ahora fantasmal. Espero verla aparecer
enajenada de odio y despecho. Sin embargo noto que no
salía de la casa. De pronto tuvo una certeza. Ella podía
entrar, pero no podía salir salvo por mano
humana. Algo impedía su salida. Encontró un bidón
de plástico con combustible. Desgarró de un tirón su camisa y el pedazo
de trapo que logró, lo embebió en el liquido elemento.
Desparramadas botellas de vidrio, se dejaban ver. Tomo una, la
lleno con el combustible y colocó el trapo embebido en la
boca. Busco en sus bolsillos el encendedor, lo tenía
en el pantalón, pero no, no estaba. Los gritos eran ya
espeluznantes. En cualquier momento vencería esa resistencia que le
impedía salir fuera de la casa y ya no tendría escapatoria.
Busco en su campera y en el último bolsillo, encontró un
encendedor que no era el suyo. Sus dedos entumecidos de terror no
lograban hacer girar el pequeño pedernal del aparato. Una vez, dos, a la
tercera prendió y en el mismo movimiento encendió el trapo y
lo arrojó por la ventana por donde había saltado, justo en el instante en
que se asomaba la espectral figura. La llama de
fuego fue explosiva, encendió todo el marco de la
ventana creando un ardiente anillo de fuego. Ella se echó hacia
atrás, el fuego la liberaba de su prisión, pero no podía
atravesar ese infernal anillo. Solo debería
esperar unos instantes, pero debería evitar que las llamas la
desgarraran, ardería en un instante. Desesperado busco otra
botella y repitió el proceso. Su desesperación, le quitaba
precisión a sus movimientos. Con dificultad desgarro otro lienzo de
su camisa, lo encendió y lo arrojó por la ventana. Las
siguientes botellas, las lleno con premura y no supo cuantas
arrojó. Sin camisa y sin aliento, se quedó parado
escuchando los tétricos y desgarradores de esa alma sin
paz que en el fuego encontraba quizás el fin de su calvario.
Atontado,
ya sin fuerzas, se arrastro a unos cien metros de
los restos humeantes de la casa, que fue su hogar
alguna vez. No sabía cómo seguir, solo sabía que ahora
comenzar era su única opción. Cuando recuperó la
conciencia, el sol estaba en lo alto. Su pierna lacerada,
parecía recuperada sin embargo tenía muchos golpes y
seguramente algún hueso roto. Esa corrida antes de saltar por
la ventana había sido durísima, la adrenalina le había
permitido escapar, pero ahora sereno, su cuerpo le pasaba la
factura. Como pudo se subió a su camioneta y condujo
lentamente al hospital. Un medico solidario, al verlo
llegar, gritó por ayuda. – Camilleroo!, aulló. En breves instantes
el sereno aire de la guardia comenzó a sedarlo y entre
sueños una bella enfermera, le sonrió y le dijo cómplice, me
devuelve mi encendedor. Y antes de desmayarse, la
reconoció…era aquella dama de la ruta. Un ángel….o quizás un
sueño…como saberlo.
J.J.Z.
Noviembre 2012.