Uno aprende con la vida
Tanto o más que con los libros.
Son las letras y sus juntas
Sus sonidos y sabores
La mejor prueba de lo dicho.
Besar y amar uno puede
De maneras bien distintas
Pero no será justo el olvido
De las sopas y los mixtos
de letras y suspiros.
Besar como la A, abrazandote
Amar como la E, esperándote
Quizás como la I, inspirándote
Gloriosas O , acariciándote
dulzura obscena de la U, sugerente.
Todas ellas vocales indecentes,
dueñas de turgencias y placeres.
Pero no olvidemos, los sonidos viscerales
Los susurros de la piel y sus rincones,
Provocan los mas bellos sonidos.
Sin vocales , sin espacios , ni reparos.
Las consonantes en apretados racimos
La eme, la eñe, la pe, la erre, la efe
Todas ellas, danzando al compas de corazones
Siguiendo el ritmo concupiscente
que mandan delirios y ensoñaciones.
Se escuchan, mas no se entienden
Se oyen pero no aturden.
Solo vértigo y percepciones
nada más que sentires y placeres
Asi entonces uno aprende
Que amor no se hace
Sin las letras y sus almas.
Si acaso las delicadas vocales
y las ignoradas consonantes,
no acuden puntualmente
a consumar deseos y pasiones
y a sellar los besos con abrazos.
Asi entonces uno debería
Deletrear el abecedario
Como un niño ya adulto,
Que repite sin misterio
Cada letra y su nombre.
Cada letra y su sello.
Sonidos sin eco solo dulce letanía.
J.J.Z.- Febrero 2010
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