El miedo, no nos es extraño.
Nos acompaña a menudo…
Nos congela, nos detiene
Nos evita la fanfarria
de un reto superado.
De sentir la alegría,
de superarnos, de vencernos
Al miedo, deberémos,
amarlo como a una amante
y así poder torcerlo.
O al menos convertirlo
En un simple y previsible
titubeo de la mente.
Que nos deje libremente
Decidir sin su consejo,
Sin su pertinaz susurro:
No puedes, no debes,
Ni siquiera lo intentes,
No te atrevas a ignorarme…
Si lo amamos, sin dudarlo,
Por fin comprenderemos
Que lo que menos debemos
Es vivir sin el miedo,
dejárlo lejos del camino
convertirlo en letanía
durante toda nuestra vida
Es que todo se resume,
a escucharlo sin remedio,
más nunca obedecerlo,
porque solo la obediencia
le dará al miedo ,lo que busca
imponernos sin dulzura
su deplorable trascendencia
J.J.Z. 2008.-
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario